Cuando uno se interesa por el diseño, sobretodo relacionado con las partes «visibles» de las webs y las aplicaciones, descubre un par de vocablos que están presentes constantemente en boca de todos. UX y UI.
Pero para el profano esas siglas puede que no estén muy claras. Pasamos a explicarlas,
UI – User Interface Design
Este término hace referencia al Diseño de la interfaz para el usuario. En este caso, de webs y aplicaciones
Su objetivo es que las aplicaciones u objetos sean atractivos y hacer que la interacción con el usuario sea lo más intuitiva posible. Las disciplinas del diseño intentan que la actividad a desarrollar se comunique y aprenda rápidamente, a través de recursos como la gráfica, los pictogramas, los estereotipos y la simbología, todo sin afectar el funcionamiento técnico.
UX – User Experience
Hace referencia a la Experiencia del Usuario al navegar o usar nuestra web o aplicación.
Como se puede comprobar rápidamente estos términos están muy ligados entre sí: la experiencia del usuario estará muy ligada al uso del Interfaz de la web o la aplicación dado que será el principal elemento de interacción con nuestro producto; pero tenemos también que tener en cuenta que el interfaz no es el único elemento que participa en lo que el usuario experimenta al usar nuestro producto.
La experiencia de usuario depende no sólo de los factores relativos al diseño (hardware, software, usabilidad, diseño de interacción, accesibilidad, diseño gráfico y visual, calidad de los contenidos, buscabilidad o encontrabilidad, utilidad, etc) sino además en aspectos relativos a las emociones, sentimientos, construcción y transmisión de la marca, confiabilidad del producto, etc.
El primer paso a la hora de abordar el diseño del interfaz con el que el usuario se «enfrentará» es definir las especificaciones funcionales. Estas no son más que «la descripción de las funcionalidades que la web u aplicación debe tener para que las necesidades del usuario se vean colmadas»
Para llegar a definirlas bien, hay un proceso recomendado:
- Detallar los momentos críticos en el uso del producto cuando éste es usado por el usuario.
- Describir específicamente las funciones de lo que el usuario desea conocer o dónde quiere llegar.
- Evitar los detalles técnicos para el usuario, porque dificultan la comprensión del uso del producto.
- La definición de cada funcionalidad debe ser concisa, corta, precisa y clara.
- Esta definición no debe ser cerrada. No pasa nada si no cumple taxativamente lo requerido.
- Definir anexos que ayuden a comprender qué cosas debe contener cada producto.
A partir de tener definidas las funcionalidades, se aborda el diseño del interfaz.